lunes, 3 de octubre de 2016

¿Paseamos?...



Parque de los Laberintos - Tecnópolis

El comienzo
Elegí El Parque de los Laberintos en Tecnópolis como primer espacio cultural para recorrer. Lo que me atrajo de esta muestra fue que el artículo proponía un acercamiento al universo de Jorge Luis Borges. "Borges es una figura central este año. Celebramos su legado y lo proyectamos a nuevas generaciones a partir de propuestas artísticas que cruzan todas las disciplinas y que buscan la participación y la interacción con el público", afirmó Hernán Lombardi, ministro de Medios y Contenidos Públicos de la Nación. (Extraído de lanacion.com.ar)

Con mi socia cultural
El domingo nos juntamos con Solana, compañera y amiga, para ir juntas a Tecnópolis. Cuando llegamos note que el predio era más grande de lo que imaginaba. El día estaba ideal para caminar; había un hermoso sol y a la sombra corría una brisa refrescante. Con Sol habíamos acordado en llevar unos mates para disfrutar de nuestro recorrido.

Comenzamos a caminar por uno de los senderos asfaltados buscando el parque de los laberintos. Fuimos observando diferentes estructuras en las cuales se desarrollaban otras muestras. Chusmeamos algunas con motivo de ver si nos servían para nuestro itinerario. Luego, al ver que no encontrábamos nuestro lugar de destino, consultamos a una chica que nos guió hasta el parque.
Al llegar vimos una entrada con la leyenda "parque de los laberintos"; al cruzar el umbral observamos varios circuitos con diferentes formas. El más próximo a la entrada era uno hecho de chapas con todos graffitis decorándolas. Más lejos, divisamos uno de espejos, otro de placas de vidrios de colores, otro muy grande con varios pisos, uno de un enrejado de colores con forma hexagonal (muy llamativo visualentente). Comenzamos nuestro recorrido por éste. Al ingresar y comenzar a caminar me desilusioné ya que había una única forma de recorrer el laberinto y era en forma circular, hasta encontrar una abertura que nos llevaba a otro nivel más profundo; así sucesivamente hasta llegar al centro. Con mi amiga nos pregúntanos que tenía de laberinto esto. Decidimos visitar otro, uno con paneles de vidrios de colores. También pasó lo mismo que en el otro; más que un laberinto era un camino... no me gustó para nada. Además el espacio era muy reducido y con mi compañera lo queríamos recorrer tranquilas, charlando y tomando mates; por momentos pasaban los niños corriendo y teníamos que detenernos y dejar pasar porque te embestían.

ReflejArte
El tercer "laberinto" tenía espejos (parecían paneles de papel aluminio) que al mirarte devolvían imágenes distorsionadas. En cuanto a la forma de recorrerlo era la misma que el resto, pero este fue e que más me gustó, ya que se asimiló a la idea de laberinto que tengo; esta idea estaba proporcionada por esas imágenes borrosas, figuras desdibujadas, siluetas distorsionadas que al pasar provocaban el desconocimiento visual del propio sujeto que se detenía en busca de su reflejo. Me gustó mucho esta idea de desconocimiento de lo conocido, de ser y no ser al mismo tiempo... un laberinto de mi propia imagen.

Después fuimos a otro laberinto, cuya estructura era inmensa: tenía varios niveles, había lo alto, para recorrer. Me hizo acordar a un juego de computadora de esos de antes, tipo Pacman. Obviamente estaba lleno de niños/as jugando a subir y bajar estos niveles. Decidimos no recorrerlo.

Por último, y sinceramente ¡Al fin! Habíamos recorrido todos los espacios. Nos faltaba únicamente el del comienzo, que casi como llevándole la contra al mundo (bien a mi estilo), lo deje para el final.

El laberinto pintado de graffitis... no se si fue el cansancio, o que había mucha gente, o que ya no queríamos saber nada con esos "laberintos", lo recorrimos rapidísimo. Al salir sentí una sensación de alivio, que se esfumó casi instantáneamente cuando vimos, a lo lejos otro laberinto. Al igual que el resto era circular; tenía la particularidad de que desde afuera podías ver el centro del mismo (tenía unos juegos para niños). Su diseño era de troncos de madera de colores en círculo y como un espiral (supongo, visto desde arriba). Lo recorrimos, casi como para ganarnos el premio a las conocedoras de laberintos circulares del planeta. Así finalizó nuestra visita.

Luego continuamos recorriendo Tecnópolis y fuimos a una muestra de Cs. Naturales relacionada con los dinosaurios. Excepcional. Me encanto. Pensé: -“Que lastima que no puedo escribir sobre esto para EDDI!”-.

La muestra de los laberintos no fue del todo de mi agrado. Me gustó haberme permitido conocer Tecnópolis, la compañía de mi amiga y compañera Solana; los mates y el hermoso día al aire libre que pasé.
En cuanto a la relación de esta muestra con Borges, en varios momentos durante la recorrida pensé, en qué punto los autores de la muestra se basaron en el concepto de laberintos al cual alude el escritor argentino antes mencionado. Como no soy para nada conocedora de su obra, que queda pendiente leer algo de éste autor para intentar encontrar algún tipo de sentido o conexión con la muestra.
Quizás simplemente, era una muestra lúdica, focalizada a los niños (creo), porque no hubo complejidad alguna al momento de sortear los laberintos. En cambio, en varias ocasiones, escuché niños llorando, angustiados, llamando a sus padres, con voz de preocupación que sólo acude a nosotros cuando estamos perdidos. Pensé: -“claro, para ellos si debe ser desafiante estos espacios”-. Al oír esas reacciones, deseé volver a ser pequeña para sumergirme ingenuamente en esos laberintos y transitarlos (disfrutarlos) sin esta mirada crítica y fría, adulta, con la que los recorrí.
Esta experiencia en general me permitió reflexionar sobre algunos temas, que son pertinentes en relación a mis prácticas y futuro desenvolvimiento como docente.
Me resultó agradable el haber podido recorrer un espacio nuevo; que me haya gustado, que me proponga volver a visitarlo. Como dije al principio, haberme “permitido” conocer Tecnópolis; el motivo por el cual no había ido estaba relacionado a tema político con el cual yo asociaba ese espacio. Realmente hoy, viéndolo a distancia, y habiendo madurado en ese aspecto, creo que fue una tontería el haberme negado a concurrir a Tecnópolis por ese factor.
Creo que como docentes, y como seres humanos, estamos prefijados de ante mano de ciertos prejuicios, que tristemente a veces, reafirmamos a lo largo de nuestra vida. Generalmente nos vienen dichos, por nuestra familia, creencias, ámbitos a los que acudimos, amistades… a veces porque nos gusta pensar así, otras porque nos da vergüenza pensar de otra manera, los aceptamos; los llevamos en la piel y en la palabra (que es peor) como verdades inamovibles y absolutas. Y casi nunca, o nunca, nos permitimos cuestionalos, entenderlos y reflexionar sobre su significado implícito.

Para pensar riéndonos

Cuando lo hacemos, al menos a mi me ha pasado y me sigue pasando, nos damos cuenta de que nada o poco tiene que ver con la forma en que verdaderamente pensamos o pretendemos accionar.
Me propongo poder liberarme de esos pre-juicios para ser creativa y reflexiva de mi propia existencia. Invito a quien lo lea, a “permitirse” este desafío.


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