Esta clase propone pensar y reflexionar las relaciones entre la
familia y el jardín maternal partiendo de la premisa, según Lentini, como una
relación compleja pero necesaria. ¿Por qué compleja? Ana Lentini propone desentrañar
este interrogante en su charla. Ella es antropóloga y propone una mirada desde
este campo disciplinar. Además, esta charla se propone como una clase coral ya
que había presente otras docentes invitadas a participar.
Ana comienza tomando el concepto de naturalización de la vida cotidiana que, según Geler, deviene de un
accionar pre-juicioso, anterior al juicio. La mecanización dice Lentini es un
aspecto positivo ya que nos permite realizar acciones cotidianas sin estar
preguntándonos todo el tiempo que hacer. Pero a la vez, esta mecanización puede ser
perjudicial ya que no nos permite reflexionar sobre algunas problemáticas
importantes. La vida cotidiana es vida de permanente accionar pre-juiciosos.
Nos tranquiliza el hecho de no tener que reflexionar todo el tiempo, pero, dice
Ana Lentini en otro ámbitos nos merecemos darnos la posibilidad de reflexionar
sobre las cosas que rigen nuestro accionar. Como por ejemplo en el ámbito
escolar.
Las personas solemos tener prejuicios de toda índole. Pero dice Ana
que uno bajo ningún punto de vista puede llevar esto al ámbito institucional
porque además de ser personas, somos docentes y servidores públicos y por lo
tanto tenemos obligaciones sociales.
Continúa su charla hablando del concepto de familias en los contextos actuales y pasados.
Hoy en día el panorama actual nos brinda un sinfín de conexiones familiares:
extendidas, nucleares, diversidad de situaciones de convivencia; las familias son un enorme repertorio de situaciones de convivencia.
Las diferentes formas en las cuales las personas han ido resolviendo
estas tres cosas universales, regulación de la sexualidad, la regulación de la
procreación y la convivencia. Atraviesa a todos los seres humanos.
La familia ¿qué es? Pregunta al auditorio… algunas valientes contestan
que familia son los padres y los hermanos. Lentini tomando esto explica una primera
gran diferencia: los lazos de sangre y los lazos de parentesco. Para la escuela
(universo de significaciones esperable) en general la familia está constituida
por los progenitores que tienen lazos de sangre (consanguineidad).
Hoy en día no podemos definir ni pensar a la familia en estos
términos. El mayor revelador para entender a la realidad social actual es que no
hay una familia natural, sino que las familias son constituciones sociales…
depende del tiempo histórico, sostén social y cultural y regulación del mercado
sostiene Lentini. Las representaciones sociales se van complejizando en a
medida que las sociedades cambian y “evolucionan”. En Latinoamérica, por mucho
tiempo el formato de familia imperante era el monoparental, con un jefe de
familia, el padre. A partir de las sucesivas crisis económicas, las mujeres
comenzaron a abrirse paso en el mundo del trabajo; cambiando así algunas
representaciones sociales como la idea del concepto de jefa de familia o mater-familia.
Desde las representaciones sociales, la crianza estaba, y aun en menor medida
está, ligada a la madre, actividades maternas esto supone la matrifocalidad
(cabeza de hogar).
Sostiene Lentini que cambiar una representación
social es mucho más tardío y lerda que el cambio en la realidad. Si nosotros
nos preguntáramos a nosotros mismos cual es el ideal de familia y de
convivencia tenemos claramente una posición tomada. Pero puertas adentro de una
institución, como colectivo docente, esto cambia. Solemos sostener lo que lo
que la institución espera de nosotros docentes; a veces buscamos un facilismo
de decir que el niño se porta mal porque los padres están separados u otros
factores; si el niño no tuviese “inconvenientes” no decimos nada.
Históricamente ¿qué paso con la escuela? Cuenta
Lentini sobre una experiencia en la cual una madre va a anotar a su niña a una
escuela y en la entrevista inicial le preguntan si la niña fue buscada/querida.
Este tipo de entrevistas sirven, dice Lentini, como prontuario para esos niños
en la institución. Y muchas veces se los estigmatiza por este motivo.
¿Para qué nos sirve re-presan el concepto de familiaS? se cuestiona la antropóloga.
La marginalidad y la pobreza interpelan la
relación con la escuela; éstas provocan cambios en los patrones de vida de las
personas; nuevas relaciones interpersonales; nuevas formas de convivencia; los
lazos familiares que existen más allá de la convivencia.
Sostiene Lentini y adhiero plenamente con ella que
las simplificaciones no son buenas y nos dejan por fuera de un montón de
multiplicidades.
Los chicos no aprenden primero en la casa y
después en la escuela. No es que una docente no puede enseñarle porque ya viene
mal aprendido. La escuela se jactaba, y aún hoy lo sigue haciendo desde mi
punto de vista, de ser diferente de la familia y de la sociedad. Lentini dice
que la escuela impuesta una distinción entre el adentro y el afuera de la
misma, por ejemplo: en tu casa hablás como quieras, pero en la escuela se habla
“con propiedad y respeto”… hasta hace un tiempo era un orgullo para los padres
no ser citados por la escuela. Porque el tener que acudir a la misma era
sinónima de que algo habíamos hechos mal. Esto me trajo casi inminentemente, el
recuerdo de mi mamá diciéndome “… que NO me vayan a llamar de la escuela…”; hoy
en día ese panorama cambio desde mi punto de vista. Y esta imagen me parece que
sintetiza la actual relación familias-escuelas:
Para terminar, Ana Lentini leyó un fragmento del
libro “El primer hombre”
de Albert Camus que me conmovió por la belleza de sus imágenes y la cercanía
que tiene con la realidad social que viven algunos de nuestros alumnos.
“No, lo que los separaba, y todavía más a Jacques que a Pierre, porque
esa singularidad era más marcada en su casa que en la familia de su amigo, era
su imposibilidad de vincularlos a valores o motivos tradicionales. A comienzos
de año cuando le interrogaron, pudo responder naturalmente que su padre había
muerto en la guerra, lo cual era en definitiva una situación social, y que era
huérfano de guerra, cosa que todos entendían. Pero las dificultades empezaron
después. En los impresos que les entregaban, no sabía qué poner bajo el rubro
«profesión de los padres». Primero escribió «ama de casa», mientras Pierre
ponía «empleada de Correos». Pero Pierre le aclaró que ama de casa no era una
profesión, sino que designaba a una mujer que se quedaba en casa y se ocupaba
de tareas domésticas.
—No
—dijo Jacques—, se ocupa de las casas de los otros y sobre todo de la del mercado
de enfrente.
—Bueno
—dijo Pierre vacilando—, creo que hay que poner «criada». A Jacques
nunca se le había ocurrido esta idea por la simple razón de que esa palabra,
demasiado rara, nunca se pronunciaba en su casa —debido también a que ninguno
de ellos tenía la impresión de que trabajaba para los otros: trabajaba ante todo
para sus hijos—. Jacques empezó a escribir la palabra, se detuvo y de golpe conoció
la vergüenza y la vergüenza de haber sentido vergüenza. Un niño no es nada por sí mismo, son sus padres quienes lo
representan. Por ellos se define, por ellos es definido a los ojos del mundo. A
través de ellos se siente juzgado de verdad, es decir, juzgado sin poder
apelar, y ese juicio del mundo es lo que Jacques acababa de descubrir, y junto
con él, su propio juicio sobre la maldad de su propio corazón.”
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